ARGENTINA 1810-20 a 1852:
LA LARGA ESPERA
8) CAUSAS DE LA FALTA DE UN ESTADO NACIONAL EN
EL PERÍODO 1810-1853.
LA LARGA ESPERA
Las
clases dirigentes que tomaron el poder en Buenos Aires con la Revolución de
Mayo, confiaban en que el nuevo país independiente progresaría con el libre
comercio: esperaban que esa política económica haría que los capitales ingleses
invirtieran en estas tierras, creando otra realidad similar a la que se vivía
en Gran Bretaña, que gracias a su desarrollo industrial y comercial se había
convertido en la primera potencia mundial.
También
confiaban en que pronto se podría organizar un Estado nacional que favoreciera
ese progreso mediante leyes adecuadas.
Sin
embargo, en todo el período no sucedió eso, sino todo lo contrario:
--los ingleses no estaban interesados en
invertir sus capitales fuera de sus fronteras, y sólo les interesaba vender
aquí sus manufacturas industriales, y comprar los cueros del Río del la Plata
necesarios para su desarrollo industrial. Esto, obviamente, no provocaba el
importante desarrollo económico esperado.
--El
Estado nacional no se pudo imponer pese a que los proyectos existieron, debido
a las diferencias regionales en los
intereses de las clases dirigentes (comerciantes y estancieros) de Buenos Aires, el interior y el litoral.
Por
el contrario, estas diferencias llevaron a una larga guerra civil que impidió aún más el acuerdo necesario para
construir una autoridad aceptada por todos.
9) DIFERENCIAS
ENTRE LOS PROYECTOS CENTRALISTAS Y EL PROYECTO FEDERAL
CENTRALISMO
ARISTOCRÁTICO
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FEDERALISMO
POPULAR
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MONOPOLIO PORTUARIO Y ADUANERO (ÚNICO PUERTO
HABILITADO AL COMERCIO EXTERIOR, ÚNICA ADUANA).
BS. AS., ÚNICO CENTRO DE PODER POLÍTICO (SIN
AUTONOMÍAS PROVINCIALES).
Un pequeño grupo de comerciantes relacionado
con el comercio porteño apoyaron en sus provincias este proyecto del
centralismo aristocrático porteño.
Bs. As. no quiere perder su privilegio
obtenido desde fines de la época colonial (1776): Capital del nuevo
país independiente, con su monopolio de aduana única y puerto único
habilitado al comercio exterior. Es decir, pretende gobernar al resto del
país imponiendo sus decisiones e intereses, mediante una política centralista
que sólo reconozca un centro de poder en todo el territorio: el de su ciudad,
“hermana mayor” que debe hacerse cargo de las demás provincias. Y en lo
económico, busca enriquecerse siendo la única beneficiada que absorba los
ingresos de las rentas aduaneras, con los impuestos sobre todos los productos
exportados por las demás regiones, y con los derechos de importación de todas
las manufacturas que entren al país, que necesariamente deben pasar por el
comercio intermediario de Buenos Aires. Hasta 1820, se expresaron en una
corriente monárquica (buscaban algún príncipe europeo aceptado por las
monarquías del Viejo Continente, con lo cual dieran fin a la guerra de la
Independencia), aristocrática (en la que los sectores más ricos de la
sociedad fueran los ciudadanos con derechos políticos en un sistema
constitucional-parlamentario, en el que ellos puedan ser los diputados y
senadores, como así también los que ocuparan los ministerios y cargos
jerárquicos de las Fuerzas Armadas.
En 1820,
derrotada definitivamente esta postura por la derrota de Buenos Aires en la
batalla de Cepeda ante los caudillos del litoral, se cerró el ciclo del
monarquismo. Esta corriente política adoptó el sistema republicano de
gobierno, pero conservando las mismas características que tenía el monarquismo.
Ahora con un nuevo nombre: unitarismo o Partido Unitario, opuesto a la
formación de provincias autónomas (es decir, con su propio gobierno), sino
como dependencias o delegaciones del poder central (es decir, la capital,
Buenos Aires).
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Pero, mayoritariamente, las clases dirigentes
tenían intereses opuestos al centralismo. Por lo tanto, van a rechazar el
proyecto hegemónico de Buenos Aires, y propondrán una organización federal:
que exista obviamente una capital del nuevo Estado a formar, debe ser
entendido sólo como residencia de las autoridades nacionales, y debe ser otra
ciudad de otra provincia, no Buenos Aires. En el aspecto económico, el
predominio de la capital sobre las provincias, la dictadura económica del
monopolio mercantil porteño, debe ser reemplazado por la nacionalización de
la aduana y del puerto, repartiéndose sus ingresos entre todas las
provincias. Hasta ahí, había cierto consenso entre los dirigentes
las provincias.
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10) DIFERENCIAS
SOBRE LOS PROYECTOS DE ESTADO Y LOS INTERESES ECONÓMICOS DE LAS TRES CORRIENTES
FEDERALES
FEDERALES AUTONOMISTAS
DE BUENOS AIRES
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FEDERALES DEL
LITORAL
|
FEDERALES DEL
INTERIOR
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Ante el fracaso del centralismo
porteño para imponer su dominación desde Buenos Aires, un grupo de
estancieros que lo había apoyado se aparta para crear otra corriente política
que enarbola también la bandera federal, pero interpretando el federalismo de
otra manera, siempre de un modo favorable a sus intereses hegemónicos
como hacendados porteños.
Este grupo se oponía a la creación
de un Estado nacional unitario, pues éste, para concretarse, necesitaba
nacionalizar la Aduana de Buenos Aires para poder llevar adelante su obra de
gobierno no sólo en la capital sino también en las demás provincias, como así
también sostener una burocracia administrativa y un ejército nacional con el
que imponer su poder sobre los caudillos armados de las provincias. Y también
había nacionalizado como parte de la Capital de la Nación, una extensa franja
de territorio, precisamente las tierras más valiosas cercanas al puerto. Esto
también cumplía la función de actuar como garantía con la que un préstamo de
1 millón de libras esterlinas
gestionada ante la banca inglesa Baring.
También, coherentemente con
sus ideas económicas favorables al libre comercio, la libre navegación
de los ríos terminaría con el monopolio porteño de puerto único habilitado al
comercio exterior, a la vez que intentaba tranquilizar los ánimos de los caudillos
del litoral que ya habían derrotado a Buenos Aires.
Pero si se oponían a la existencia
de un Estado unitario pues afectaba sus intereses como estancieros sobre su
control de la tierra, la aduana y el puerto, poniéndolos de alguna manera en
igualdad de condiciones con los estancieros y comerciantes de las demás
provincias, también se oponían a la creación de un Estado nacional federal,
pues éste iría también de la mano de la nacionalización de la aduana y el
puerto para repartir las rentas entre todas las provincias, y la libre
navegación de los ríos terminaría con el predominio de su puerto único.
La
Confederación Argentina .Postergada la constitución del Estado nacional,
la forma de organización propuesta por el autonomismo rosista fue la
Confederación. Las provincias conservaban su propio gobierno autónomo, unidas
por una serie de pactos federales. De esta forma, cada provincia administraba
sus propios recursos, y Buenos Aires conservaba su aduana y su puerto en
beneficio exclusivo de los estancieros bonaerenses.
Consolidada como la provincia más fuerte, y con
un gobernador que había logrado imponer su influencia sobre el litoral y
sobre el interior, Rosas era reconocido como el representante de las
provincias ante los países extranjeros.
Debido a su riqueza, enviaba subsidios a las
provincias pobres, permitiéndoles así pagar los sueldos de la administración
pública, lo cual reforzaba su sometimiento hacia Rosas .
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El litoral, si bien estaba en contra del
monopolio porteño (lucha por la libre navegación de los ríos), estaba
interesado en obtener beneficios de la exportación ganadera y aspiraba a
mantener el libre comercio con Europa y otras regiones del mundo. Pero
fundamentalmente con Gran Bretaña, su principal cliente.
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En cambio, el libre comercio perjudicaba a las
artesanías del interior, que no tenía nada que ofrecer al mercado europeo.
Por el contrario, se trataba de un comercio local, y con los países
limítrofes. Por lo tanto, luchaba por eliminar el libre comercio, pero la
libre navegación de los ríos no solucionaría su problema, pues continuarían,
más aún que antes, las mercaderías importadas más baratas,
introduciéndose en el interior acelerando y profundizando la crisis de
sus artesanías.
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11) LA CAÍDA DE
ROSAS Y LA SOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS Y POLÍTICOS DEL PERÍODO (LA
LARGA ESPERA)
La formación de la alianza
antiporteña y la caída de Rosas. Pero la
política de Rosas de ahogar al litoral con su monopolio de puerto único y
aduana única, contraria a la libre navegación de los ríos, más una serie de
medidas que perjudicaban enormemente a la economía de Entre Ríos, provocó
finalmente su debilitamiento pese a haber triunfado en todos los
conflictos internos e internacionales, alcanzando su figura una gran trascendencia latinoamericana y mundial.
La situación en el litoral era tan extrema, que si no era posible derrocar a
Rosas, las provincias del litoral (Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes)
buscarían independizarse de la Confederación, formando una República aparte.
La
segunda Revolución Industrial brindaba la posibilidad de aumentar
considerablemente las ganancias provenientes del comercio exterior. Había
llegado el momento de iniciar una gran campaña contra Rosas, para no perderse
la posibilidad histórica de iniciar un nuevo período floreciente en lo
económico, como nunca antes había existido.
Urquiza, gobernador federal de Entre
Ríos, une sus fuerzas a las tropas de Uruguay (en guerra contra Rosas por la
competencia del puerto de Buenos Aires con el de Montevideo), de Brasil (perjudicado
por la negativa de Rosas a permitir la libre navegación de los ríos, y
los grupos unitarios, más algunos federales del interior que veían en un
Urquiza una posibilidad de salir de la pobreza y el sometimiento que para el
noroeste significaba el rosismo, apoyados financieramente por la Banca
Mauá, de Brasil, representante local de la banca británica.
El “Ejército Grande”, finalmente
derrotó a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852, y se convocó al Congreso
Constituyente que sancionó la constitución nacional, mezcla de federalismo y de
centralismo, en 1853.
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