miércoles, 14 de octubre de 2015

III. LA LARGA ESPERA: UN PAÍS INDEPENDIENTE, PERO DESUNIDO Y SIN UN ESTADO NACIONAL
A partir de ese momento, las diferencias entre los distintos proyectos de país, resueltas frecuentemente por las armas, impidieron la formación de una autoridad nacional. Tampoco tuvo lugar el progreso económico que se esperaba tras la independencia.
El país estaba muy atrasado en lo que hace a su desarrollo económico y social. La inexistencia de rutas terrestres y de ríos navegables obstaculizaba el comercio entre las regiones de un territorio sumamente extenso. El transporte de mercaderías desde Alto Perú (actual Bolivia) hasta Buenos Aires se efectuaba en carretas, un medio sumamente lento y costoso. (Llegaba mucho antes un barco inglés que una carreta). Los precios eran sumamente elevados.
No había un gran desarrollo productivo generador de riquezas. El comercio exterior se basaba en el Río de la Plata en la exportación de cueros vacunos, astas y grasa a Inglaterra, (más tarde carne salada a las plantaciones esclavistas del sur de Estados Unidos y de las Islas Antillas –Cuba, Santo Domingo, Haití– y se importaban productos industrializados ingleses, mucho más baratos que las artesanías criollas.
Siendo la ganadería casi la única actividad productiva en el Río de la Plata, y estando la propiedad de las grandes extensiones de tierra (latifundios) en muy pocas manos de los comerciantes vinculados al poder,  y la mayoría de la población trabajadora como mano de obra sólo empleada cuando era necesario, y pequeños artesanos sin capital,  no había espacio para el surgimiento de una clase media propietaria, con suficiente dinero como para desarrollar la producción y el comercio local. Por lo tanto, la mayor fuente de ingresos para el gobierno provenía del cobro de impuestos al comercio exterior por medio de la Aduana de Buenos Aires, la única habilitada al comercio con otras naciones, aprovechando su posición privilegiada de puerta que comunicaba a todo el país con el comercio con Europa. Puerto único y aduana única, cuyos beneficios quedaban exclusivamente en manos de Buenos Aires, permitían el enriquecimiento de las clases propietarias bonaerenses (comerciantes y estancieros), cuyos productos exportados pagaban menos impuestos que los de la competencia del litoral (Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes), y se obtenían fuertes ganancias revendiendo en el resto del país las manufacturas industriales británicas.
El noroeste, y Cuyo, por el contrario, no tenían nada que ofrecer al mercado europeo, y la introducción de mercaderías inglesas baratas perjudicaba la colocación de sus artesanías en el mercado local. Estas regiones tenían un activo comercio con Chile y el Alto Perú. Reclamaban el fin del libre comercio que los empobrecía, y su reemplazo por una política proteccionista que protegiera su producción local, encareciendo con altos impuestos los productos importados.
     
 Es posible diferenciar las siguientes corrientes políticas en el Río de la Plata en el período que va desde la independencia hasta 1853, según los intereses económicos de las distintas regiones del país.


CENTRALISTAS ARISTOCRÁTICOS PORTEÑOS
SAN MARTÍN,
BELGRANO, GÜEMES
FEDERALES DEL LITORAL
FEDERALES DEL INTERIOR (NOROESTE, CUYO, CORRIENTES)
FEDERALES DE BUENOS AIRES (AUTONOMISTAS)
Sólo representan a las clases ricas y cultas de Bs. As.(comercian-
tes, abogados, militares y sacerdotes, etc.)
Proponen un estado monárquico, coronando a algún príncipe europeo, para evitar la guerra por la Independencia y que además les permita, con todo el apoyo político local e internacional, imponer su autoridad sobre la mayoría de la población, a la que excluyen de los beneficios.
Si no lo consiguen, están dispuestos a negociar la indepen-dencia a cambio de conservar altos cargos como funcionarios.
La guerra por la inde-pendencia los arruina, y no le dan apoyo a la campaña libertadora continental de San Martín.
Su política económica está estrechamente vinculada con el co-mercio europeo, no con el resto de las regiones del país, y menos aún con el resto de los países sudamericanos.
Prefieren el desmem-bramiento de las regiones que componían el Virreinato en varios países independientes: Bolivia, Uruguay, Paraguay. (Muchos habitantes de esas regiones preferían la independencia antes que depender de Buenos Aires).
-Fracasado el proyec-to monárquico por la resistencia que hace caer el gobierno centralista, cambian la forma monárquica por la republicana, pero siempre intentando gobernar a las provin-cias desde Buenos Ai-res, convertida en único centro de poder en todo el país. A esto lo llamaban “unidad de régimen” y por eso se llamaron “Partido Unitario”.
Nacionalizan la aduana de Bs. As., pero no para repartir sus ingresos entre las provincias sino para garantizar el poder de la capital sobre las provincias.
Expropian una gran franja de tierras cercanas a la ciudad (las más valiosas) para que pasen a formar parte de la capital de la Nación, como garantía para contraer préstamos ante bancos extranjeros. Estas me-didas provocan que los estancieros bonaerenses les quiten su apoyo.  
Forman parte de las logias masónicas que se proponen la independencia y el progreso económico, con las nuevas ideas surgidas de la Revolu-ción Francesa. Admiran a la monarquía constitucional inglesa, por su estabilidad, sin guerras ci-viles entre mo-nárquicos y republicanos. Temen que la república ter-mine en una guerra civil (lo cual efectiva-mente suce-día). Proponen coronar a un descendiente de los Incas, dándole uni-dad política a casi media América (el Imperio Inca se extendía desde Ecuador hasta Santiago del Estero y Tucumán), re-conociendo los derechos de las poblacio-
nes indígenas.
Cuentan con el apoyo del grupo more-nista.
No participan de la guerra
civil, desobe-deciendo las órdenes del gobierno cen-tralista porte-ño. Son apoyados por los caudi-llos federales en la guerra por la inde-pendencia
Proponen un lla-mado a un Con-greso en el que los diputados de todo el país san-cionen una Constitución fe-deral, que reco-nozca las auto-nomías provin-ciales (el dere-cho de cada pro-vincia a organi-zar su propio gobierno local, y legisle según las particularidades propias, y tenga autoridades na-cionales que re-partan las ganan-cias de la Adua-na de Buenos Aires entre to-das las provin-cias, y la habili-tación al comer-cio exterior de otros puertos de Sta. Fe, Entre Ríos y Corrien-tes (libre nave-gación de los ríos), terminando con el monopo-lio exclusivo de Buenos Aires 
como único puerto.

En un principio,  siguen como lí-der al caudillo de la Banda Oriental del Uruguay, José Artigas, en su doble guerra por la independencia y contra Buenos Aires. Artigas reparte la tierra de los españoles y realistas entre la mayoría de la población (gau-chos e indios), prohíbe la im-portación de ma-nufacturas ex-tranjeras que
compitan con la   producción local, salvo los productos nece-sarios que no se producen en el país. Propone que la capital esté fuera de Buenos Aires.
Buenos Aires logra dividirlos y hacer que lu-chen entre ellos, y eso permite a los porteños continuar con su predominio so-bre el resto del país. 
Coinciden con los federales del litoral en la ne-cesidad de san-cionar una Constitución federal que reconozca las autonomías provinciales y establezca un gobierno nacional federal que reparta las ganancias de la aduana entre todas las 
provincias. Pero 
rechazan tanto el libre comercio de Bs. As. como introductora de mercaderías im-portadas, como la libre navega-ción de los ríos que propone el litoral. Proponen una política pro-teccionista para el desarrollo de las artesanías locales.
Defienden los intereses de los hacendados de la provincia de Buenos Aires. Representan otra forma de continuar con los privilegios de Bs. As. sobre el resto de las provincias, después del fracaso de la experiencia unitaria. Al rechazar la organización de un Estado unitario, con-servan la ciudad, el puerto y la aduana
para su beneficio ex-clusivo.
Proponen el recono-cimiento de las auto-nomías provinciales, pero se oponen a la nacionaliza-
ción de las rentas de la aduana para su reparto entre las provincias, y a la libre navegación de los ríos que recla-ma el litoral. Cada provincia es autóno-ma, y ninguna otra puede decidir sobre lo que debe hacer con sus recursos. Por lo tanto, las rentas de la aduana de Bs. As. deben ser sólo para Buenos Aires, y el puerto le pertenece a Bs. As.
Proponen el estable-cimiento de una Con-federación (acuerdos entre estados provin-ciales   autónomos, sin una autoridad na-cional) En ese país confederado, Bs.As., al seguir siendo la provincia más rica, estaba en condiciones de imponerse a las demás: puede enviar a las provincias pobres el dinero necesario para pagar los gastos de manteni-miento del Estado provincial, a condi-ción de que la  apo-yen contra los reclamos de otras provincias.
Entre 1824 y 1829, su líder es el Coronel Manuel Dorrego, fe-deral moderado que propone el diálogo democrático y pacífico con los unitarios. En 1829 el General Lavalle encabeza el golpe de estado unitario contra el caudillo popular federal, y lo   fusila; desata una feroz represión contra los federales, desencadenando una vez más la guerra civil y los actos de bandidaje por grupos de gauchos federales contra los unitarios.
Surge entonces un nuevo líder autonomista, el estanciero Juan Manuel de Rosas, que impone el orden en la provincia con su ejército particular, los Colorados del Monte. Rosas responde con la guerra a muerte contra los unitarios, y de paso, contra los federales de las provincias que se oponen a él, por considerarlo ante todo un hombre de Bs. As. más que un federal.

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