LA INDEPENDENCIA Y LA LARGA
ESPERA EN AMÉRICA LATINA: LIBRE COMERCIO, PERO SIN PROGRESO CON INVERSIONES
BRITÁNICAS, NI UN ESTADO NACIONAL.
SUJETO HISTÓRICO, PROYECTOS Y REALIDAD, CONFLICTOS
Los productores (estancieros) y
comerciantes vinculados al comercio exterior, han apoyado la Revolución desde 1810.
Están
divididos en sus intereses regionales, y en conflictos en permanente guerra
civil:
Buenos Aires y el litoral (Santa
Fe y Entre Ríos, principalmente) coinciden en su estructura económica:
explotación ganadera (vaquerías a campo abierto: cacería de ganado cimarrón
(sin dueño), para la exportación de cueros, astas y sebo (sin comercializar la
carne), principalmente para la industria inglesa; importación de manufacturas
británicas.
Pero hay un conflicto entre las
dos regiones: Bs. As. no quiere perder su privilegio obtenido desde fines de
la época colonial (1776): Capital del
nuevo país independiente, con su monopolio de aduana única y puerto único
habilitado al comercio exterior. Es decir, pretende gobernar al resto del país
imponiendo sus decisiones e intereses, mediante una política centralista que
sólo reconozca un centro de poder en todo el territorio: el de su ciudad,
“hermana mayor” que debe hacerse cargo de las demás provincias. Y en lo
económico, busca enriquecerse siendo la única beneficiada que absorba los
ingresos de las rentas aduaneras, con los impuestos sobre todos los productos
exportados por las demás regiones, y con los derechos de importación de todas
las manufacturas que entren al país, que necesariamente deben pasar por el
comercio intermediario de Buenos Aires. Hasta 1820, se expresaron en una
corriente monárquica (buscaban algún príncipe europeo aceptado por las
monarquías del Viejo Continente, con lo cual dieran fin a la guerra de la
Independencia), aristocrática (en la que los sectores más ricos de la sociedad
fueran los ciudadanos con derechos políticos en un sistema
constitucional-parlamentario, en el que ellos puedan ser los diputados y
senadores, como así también los que ocuparan los ministerios y cargos
jerárquicos de las Fuerzas Armadas.
Se oponen a otra corriente
monárquica muy distinta, como la que proponen San Martín, Belgrano, Güemes y
sus seguidores, tratando de coronar a un descendiente de los Incas, lo cual
significaba terminar con el centralismo porteño, contrario a la integración con
América latina. El proyecto de la monarquía incaica significaba recuperar los
límites del antiguo Imperio Inca: Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y el Río de la
Plata, y establecer un sistema con igualdad de derechos para todos,
devolviéndoles a los indígenas sus tierras expropiadas, su derecho a
organizarse, su idioma y costumbres, sus propias autoridades, sus derechos
políticos, en igualdad de condiciones con los descendientes de europeos.
También, la negativa de San
Martín a participar en las guerras civiles, le significó el apoyo de los
caudillos federales de las provincias, a la vez que el rechazo del grupo
centralista porteño.
En 1820, derrotada
definitivamente esta postura por la derrota de Buenos Aires en la batalla de
Cepeda ante los caudillos del litoral (López y Ramirez), se cerró el ciclo del monarquismo. Esta
corriente política adoptó el sistema republicano de gobierno, pero conservando
las mismas características que tenía el monarquismo. Ahora con un nuevo nombre:
unitarismo o Partido Unitario, opuesto a la formación de provincias autónomas
(es decir, con su propio gobierno), sino como dependencias o delegaciones del
poder central (es decir, la capital, Buenos Aires).
Las clases dirigentes del
interior y el litoral. Un pequeño grupo de
comerciantes relacionado con el comercio porteño apoyaron en sus provincias
este proyecto del centralismo aristocrático porteño.
Pero, mayoritariamente, las
clases dirigentes tenían intereses opuestos al centralismo. Por lo tanto, van a
rechazar el proyecto hegemónico de Buenos Aires, y propondrán una organización
federal: que exista obviamente una capital del nuevo Estado a formar, debe ser
entendido sólo como residencia de las autoridades nacionales, y debe ser otra
ciudad de otra provincia, no Buenos Aires. En el aspecto económico, el
predominio de la capital sobre las provincias, la dictadura económica del
monopolio mercantil porteño, debe ser reemplazado por la nacionalización de la
aduana y del puerto, repartiéndose sus ingresos entre todas las
provincias. Hasta ahí, había cierto
consenso entre los dirigentes las
provincias.
Pero donde no podía haber acuerdo
entre el litoral y el interior era en la política económica, pues sus intereses eran opuestos. El litoral,
como hemos dicho, si bien estaba en contra del monopolio porteño (lucha por la
libre navegación de los ríos), estaba interesado en obtener beneficios de la
exportación ganadera y aspiraba a mantener el libre comercio con Europa y otras
regiones del mundo. Pero fundamentalmente con Gran Bretaña, su principal
cliente.
En cambio, el libre comercio
perjudicaba a las artesanías del interior, que no tenía nada que ofrecer al
mercado europeo. Por el contrario, se trataba de un comercio local, y con los países limítrofes.
Por lo tanto, luchaba por eliminar el libre comercio, pero la libre navegación
de los ríos no solucionaría su problema, pues continuarían, más aún que antes,
las mercaderías importadas más baratas,
introduciéndose en el interior
acelerando y profundizando la crisis de sus artesanías.
Como hemos dicho al comienzo,
esta diferencia de intereses entre las tres regiones llevó a un conflicto que
intentó resolverse por las armas, sin que pudiera imponerse totalmente ni el
proyecto centralista y aristocrático porteño ni el proyecto de una república
federal de los caudillos del interior y el litoral.
El autonomismo bonaerense. De Dorrego a Rosas.
Ante
el fracaso del centralismo porteño para imponer su dominación sobre Buenos
Aires, un grupo de estancieros que lo había apoyado se aparta para crear otra
corriente política que enarbola también la bandera federal, pero interpretando
el federalismo de otra manera, siempre
de un modo favorable a sus intereses hegemónicos como hacendados porteños.
Este
grupo se oponía a la creación de un Estado nacional unitario, pues éste, para
concretarse, necesitaba nacionalizar la Aduana de Buenos Aires para poder
llevar adelante su obra de gobierno no sólo en la capital sino también en las
demás provincias, como así también sostener una burocracia administrativa y un
ejército nacional con el que imponer su poder sobre los caudillos armados de
las provincias. Y también había nacionalizado como parte de la Capital de la
Nación, una extensa franja de territorio, precisamente las tierras más valiosas
cercanas al puerto. Esto también cumplía la función de actuar como garantía con
la que un préstamo de 1 millón de libras esterlinas gestionada ante la banca
inglesa Baring.
También,
coherentemente con sus ideas económicas
favorables al libre comercio, la libre
navegación de los ríos terminaría con el monopolio porteño de puerto
único habilitado al comercio exterior, a la vez que intentaba tranquilizar los
ánimos de los caudillos del litoral que
ya habían derrotado a Buenos Aires.
Pero
si se oponían a la existencia de un Estado unitario pues afectaba sus intereses
como estancieros sobre su control de la tierra, la aduana y el puerto,
poniéndolos de alguna manera en igualdad de condiciones con los estancieros y
comerciantes de las demás provincias, también se oponían a la creación de un
Estado nacional federal, pues éste iría también de la mano de la
nacionalización de la aduana y el puerto para repartir las rentas entre todas
las provincias, y la libre navegación de los ríos terminaría con el predominio
de su puerto único.
El
primer líder popular de este grupo fue Manuel Dorrego, quien se hizo cargo del
gobierno de Buenos Aires tras la caída del proyecto de un Estado unitario en 1828.
Dorrego
se había opuesto al proyecto de sufragio calificado, que reservaba los derechos políticos a las clases pudientes,
excluyendo a las mayorías populares.
Un
golpe de estado encabezado por el Gral. Juan Lavalle, influenciado por los
intelectuales unitarios, derrocó a Dorrego, que fue fusilado, a la vez que
desató una feroz persecución y exterminio entre la población rural, que apoyaba al líder federal.
La
dictadura de Lavalle, carente de todo apoyo social, no pudo sostenerse ante la
inseguridad desatada en las zonas rurales, debido a la crisis económica provocada por la guerra con Brasil, y como respuesta a la violencia de
clase contra la población campesina, donde grupos de gauchos armados llevaban
adelante acciones de saqueo y atropellos contra las estancias y los
representantes del partido unitario.
Lavalle
entonces debió negociar su retirada y el llamado a elecciones con el nuevo
líder del federalismo autonomista bonaerense, Juan Manuel de Rosas, quien
finalmente se impuso como nuevo gobernador de la provincia en 1832, tras un
breve interregno de los federales moderados.
El Partido Federal: la división entre “lomos negros”
y “apostólicos”
Tras
el fusilamiento de Dorrego y la dictadura de Lavalle, el Partido Federal
porteño se dividió en dos facciones.
Los
sectores moderados, con alguna influencia sólo entre los sectores altos de la
sociedad, fueron llamados con desprecio “lomos negros” por el gauchaje, pues no
acostumbraban vestir poncho (especialmente rojo, color federal) sino levita a
la europea. Eran partidarios de evitar los enfrentamientos políticos violentos
y lograr un entendimiento con los unitarios mediante el diálogo.
Los federales “apostólicos”
tenían como líder al estanciero Juan Manuel de Rosas, popular entre los
hacendados, los gauchos y los sectores populares de la ciudad.
Rosas había logrado disciplinar
al gauchaje, con una hábil actitud de no despreciarlo sino de identificarse con
sus usos, costumbres y valores, e imponiendo justicia no según abstractos
criterios jurídicos basados en la aplicación de leyes desconocidas, sino
teniendo en cuenta, con mano justa pero
dura, los criterios que formaban parte de los tradicionales códigos no escritos
de la población campesina.
Gracias a esa identificación, que
le permitía ser reconocido no como un estanciero distanciado del gauchaje, sino
como el mejor gaucho entre los gauchos
, Rosas había logrado formar un eficiente cuerpo de policía rural privada, los
Colorados del Monte, con el que mantener el orden en la campaña. Además,
utilizó a los elementos más antisociales del
bandidaje rural, no para someterlos, sino canalizando su violencia
contra los opositores políticos.
Contrario a la libertad de cultos
que proponían los unitarios, a los que acusaba de “impíos, herejes y salvajes”,
este grupo defendía la religión católica como única, como lo había sido desde
su imposición durante la Colonia. La religión pasó a formar parte del lenguaje
político. “Viva la Santa Federación” fue su lema.
Durante los 20 años que
permaneció en el gobierno, Rosas desató la persecución a muerte contra los
opositores y la guerra civil contra todos los que no coincidieran con la
sumisión absoluta a su persona, acusándolos, en caso de ser federales, de
traidores. Eso le permitió enfrentar el reclamo de los federales del Litoral y
del interior, de llamar a un Congreso Constituyente que sancionara una
Constitución federal que organizara el Estado. Rosas argumentaba que mientras
continuara la guerra civil no podía convocarse a tal Congreso. Y cuando la
situación estaba controlada, pronto Rosas encontraba alguien entere sus filas al que acusar como traidor y
justificar otra vez el estado de guerra interna.
La Confederación
Argentina.
Postergada la
constitución del Estado nacional, la forma de organización propuesta por el
autonomismo rosista fue la Confederación. Las provincias conservaban su propio
gobierno autónomo, unidas por una serie de pactos federales. De esta forma,
cada provincia administraba sus propios recursos, y Buenos Aires conservaba su
aduana y su puerto en beneficio exclusivo de los estancieros bonaerenses.
Consolidada como
la provincia más fuerte, y con un gobernador que había logrado imponer su
influencia sobre el litoral y sobre el interior, Rosas era reconocido como el
representante de las provincias ante los países extranjeros.
Debido a su
riqueza, enviaba subsidios a las provincias pobres, permitiéndoles así pagar
los sueldos de la administración pública, lo cual reforzaba su sometimiento hacia
Rosas .
Unitarios y federales: conflicto ideológico y social
La lucha entre unitarios y federales argentinos fue
continuación del largo conflicto ideológico iniciado en 1811 con José Artigas. Los unitarios atacaban
intransigentemente el gobierno de Rosas, manejando el esquema “civilización”
contra “barbarie”, los unitarios eran generalmente defensores del liberalismo político, mientras los federales se
proclamaban defensores de la soberanía nacional y acusaban a sus adversarios de
ser agentes al servicio de intereses extranjeros. Los unitarios se veían como
representantes de la cultura de raíz europea y calificaban como
"bárbaros" a los caudillos federales, procurando su elimanación en
pro del paradigma europeocéntrico de progreso.. Por su parte, los federales,
liderados por Rosas, se asumían como defensores de la soberanía nacional,
ejerciendo una política gubernamental de firmeza frente a lo caracterizaban
como prepotencia imperialista extranjera. Los federales expresaban a las montoneras del
medio rural y Rosas, particularmente, buscó el respaldo de las clases serviles
y de los sectores populares de Buenos Aires. Mientras tanto, los unitarios
propugnaban que el control debía de estar en los doctores de la ciudad y no en
los caudillos rurales de reminiscencias bárbaras. Este conflicto social
no sólo se presentaría como un estimulante de la guerra entre unitarios y
federales, sino también como un estimulante de inestabilidad para los dos
bandos, dado que en ambos bandos existían caudillos y “doctores” (aunque en el
bando unitario había un número mayoritario de “doctores”, existían caudillos
unitarios, y en el
bando federal pasaba exactamente lo contrario). Entre los caudillos y los
“doctores” se produjo una intensa puja.
La política económica de Rosas: del libre comercio al proteccionismo, pero siempre el monopolio porteño.
Rosas defendió el libre comercio contra los defensores de medidas proteccionistas que impidieran la ruinosa de los productos importados para la producción local. Pero ante la fuerte presión de las provincias y la amenaza de un alzamiento armado federal contra Buenos Aires, sancionó una Ley de Aduanas de contenido proteccionista en diciembre de 1835. La ley en un primer momento tuvo un efecto beneficioso sobre las artesanías del interior, pero sólo los primeros cuatro años. Hacia 1840, ya no se aplicaba, pues la producción artesanal local era insuficiente para satisfacer las necesidades de la demanda.
La política económica de Rosas: del libre comercio al proteccionismo, pero siempre el monopolio porteño.
Rosas defendió el libre comercio contra los defensores de medidas proteccionistas que impidieran la ruinosa de los productos importados para la producción local. Pero ante la fuerte presión de las provincias y la amenaza de un alzamiento armado federal contra Buenos Aires, sancionó una Ley de Aduanas de contenido proteccionista en diciembre de 1835. La ley en un primer momento tuvo un efecto beneficioso sobre las artesanías del interior, pero sólo los primeros cuatro años. Hacia 1840, ya no se aplicaba, pues la producción artesanal local era insuficiente para satisfacer las necesidades de la demanda.
Conflictos con Francia e Inglaterra.
La formación de la alianza antiporteña y la caída de Rosas.
Pero la política de Rosas de ahogar al litoral con su monopolio de puerto único y aduana única, contraria a la libre navegación de los ríos, más una serie de medidas que perjudicaban enormemente a la economía de Entre Ríos, provocó finalmente su debilitamiento pese a haber triunfado en todos los conflictos internos e internacionales, alcanzando su figura una gran trascendencia latinoamericana y mundial. La situación en el litoral era tan extrema, que si no era posible derrocar a Rosas, las provincias del litoral (Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes) buscarían independizarse de la Confederación, formando una República aparte.
La
segunda Revolución Industrial brindaba la posibilidad de aumentar
considerablemente las ganancias provenientes del comercio exterior. Había
llegado el momento de iniciar una gran campaña contra Rosas, para no perderse
la posibilidad histórica de iniciar un nuevo período floreciente en lo
económico, como nunca antes había
existido.
Urquiza, gobernador federal de
Entre Ríos, une sus fuerzas a las tropas de Uruguay (en guerra contra Rosas por
la competencia del puerto de Buenos Aires con el de Montevideo), de Brasil
(perjudicado por la negativa de Rosas a
permitir la libre navegación de los ríos, y los grupos unitarios, más algunos
federales del interior que veían en un Urquiza una posibilidad de salir de la
pobreza y el sometimiento que para el noroeste significaba el rosismo,
apoyados financieramente por la Banca
Mauá, de Brasil, representante local de la banca británica.
El “Ejército Grande”, finalmente
derrotó a Rosas en Caseros el 3 de febrero de 1852, y se convocó al Congreso
Constituyente que sancionó la constitución nacional, mezcla de federalismo y de
centralismo, en 1853.
ACTIVIDAD:
Elaborar un cuadro comparativo
que tenga en cuenta los sujetos históricos y protagonistas,
La realidad y los proyectos de
país, y los conflictos
SUJETOS HISTÓRICOS
Y PROTAGONISTAS
|
LA REALIDAD
Y LOS PROYECTOS
|
CONFLICTOS
|
1)-Las diferencias de
intereses entre las clases dirigentes. Los sectores sociales representados.
2-Los estancieros y
comerciantes de Buenos Aires
-El centralismo porteño
-Los caudillos federales del
litoral
-Los caudillos federales del
Interior
-San Martín, Belgrano, Gûemes
-Los estancieros bonaerenses
Urquiza
|
1) Bs. As. desde 1776
Aduana y puerto
Libre comercio
El proyecto monárquico
El Partido Unitario: la federalización de Bs. As.
La aduana
Las autonomías provinciales
La aduana y el puerto en el
Estado nacional federal
El libre comercio, el monopolio
porteño y la navegación de los ríos
Las autonomías provinciales
La aduana y el puerto en el
Estado nacional federal.
Las artesanías locales y el
libre comercio. Proteccionismo
El proyecto de la monarquía
Incaica
El federalismo autonomista
La navegación de los ríos
Constitución Nacional
|
Batalla de Cepeda
Conflicto entre el proyecto
Unitario y los estancieros
bonaerenses
Guerra civil
Batalla de Caseros
|
muy bien esta ej material
ResponderEliminartendria que ser n poco m.as grande la letra
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